1. RESUMA EN SU LIBRETA LOS TEMAS.
2. RESPONDA LAS SIGUIENTES PREGUNTAS
¿Qué entiendes por movimiento obrero?
¿Qué es comunismo?
¿Qué es socialismo?
¿Qué es un Sindicato?
¿Crees que en Colombia se valora a la clase obrera?
¿Por qué se hacen luchas sindicales en Colombia?
¿Cómo son los derechos humanos en Colombia?
RESUMEN
MOVIMIENTO
OBRERO EN COLOMBIA
La historia de la clase
obrera en el mundo está llena de dolor y sangre y le ha significado todo un
proceso de luchas y grandes esfuerzos el lograr conquistar la jornada de los
tres ochos. Actualmente la socialdemocracia, enmascarada de mil formas y colores, mella el filo a la lucha
revolucionaria y pretende hacernos creer que la lucha de clases no es
irreconciliable y que no corresponde a toda una historia de la humanidad de
cuyo seno continua chorreando sangre, sangre de pueblo, sangre obrera. En 1799 la ley expedida por los
explotadores y denominada “ley contra huelgas y las asociaciones de obreros”,
amenazaba a estos, hasta con pena de muerte sus insubordinaciones; es en 1864
la llamada “primera internacional” y entre otros, Carlos Marx, quien jugando un
papel relevante, instaura formalmente la lucha mundial por la jornada de
trabajo de 8 horas, que posteriormente la “segunda Internacional”, aprueba el 1
de mayo como el día de los trabajadores y que se convierte en bandera para la
clase trabajadora a lo largo y ancho del planeta.
El 1 de mayo de 1886
señalo el inicio de la consecución de uno de los derechos laborales más básicos
para la clase trabajadora del mundo: Las ocho horas de trabajo. Por eso, los
mártires de Chicago y el 1 de mayo simbolizan, desde 1886 en adelante, el
sacrificio en la lucha de los trabajadores por sus derechos. En
Colombia, el primero de mayo se celebra desde el año 1919, posterior a que se
tratara de hacer en 1914 y lógicamente tiene unos antecedentes en la
conformación e historia de la clase obrera colombiana. Recientemente la Unión Sindical Obrera
USO, cumplió 90 años de fundada y de luchas, haciendo parte importantísima de
las luchas del pueblo colombiano por el logro de mejoramiento de condiciones de
vida, con una característica especial, que desde su nacimiento, practicó la
alianza obrero campesina. Mientras
en Colombia, se continua hablando de paz y de reformas, se hace necesario
defender lo que aún no han arrebatado los señores del poder, de su codicia y de
su afán por continuar acumulando riqueza, llevando a colocar la lucha por una
verdadera justicia social, obrera, campesina y citadina, por mejores
condiciones de trabajo, por salud, educación, por tierra, por soberanía
alimentaria y por todas las reivindicaciones necesarias para que el hombre viva
como merece, al centro.
El
repaso desprevenido de las principales luchas laborales colombianas del
presente siglo nos proporcionó un aserto que merece un comentario:
prácticamente todos los momentos de viraje estuvieron acompañados de un cambio
relevante en el curso de la política nacional y, a la vez, del empleo de la
fuerza. Es lugar común decir que por la Costa Caribe penetraron los elementos
de la transformación del país: los colonizadores del siglo XVI, las máquinas de
"minear" del XVIII, las instalaciones completas de ingenios
azucareros y plantas textiles de los siglos siguientes, y hasta los primeros
educadores políticos de los trabajadores colombianos. Resulta sugestivo que el
primer intento de acción obrera organizada se presentara también en la Costa y
durante el único gobierno progresista habido antes de los liberales de los años
treinta. La zona neurálgica del conflicto laboral en los tres primeros decenios
del presente siglo estuvo localizada en el mismo escenario, con el río
Magdalena como su eje. La primera oleada huelguística de pretensiones
nacionales y el intento inicial de hacerse a una organización de cobertura
nacional datan de fines del decenio de 1910, al término de una Guerra Mundial
que arrojó sobre las costas americanas a decenas de activistas sindicales
europeos. La década de 1920 está ocupada enteramente por la obsesión obrera de
ganar autonomía política y conquistar una representación gremial de escala
nacional. Tormentosas huelgas petroleras consiguen estremecer a la opinión
pública y una efímera Confederación Obrera Nacional surge al calor de los
escarceos socialistas, pero todos los esfuerzos terminan con la derrota final
del movimiento bananero de 1928 y la desintegración del prestigio del régimen
conservador al año siguiente, en la conocida jornada estudiantil del 8 de junio
Si el movimiento sindical
colombiano había incubado en las miserias de la guerra de 1899 y su trágico
epílogo, la separación de Panamá, la crisis mundial de 1929 cambió el panorama
completamente. Los fusiles de Carlos Cortés Vargas en la Zona Bananera y la
crisis económica extinguieron la espontaneidad y el mutualismo de las acciones
obreras. Los mismos obreros, como tales, desaparecen de la escena y en su lugar
las calles de las ciudades se llenan de desocupados y hambrientos. Fue una
forma de expresión de la nueva vida urbana del país. No eran ya los labriegos
de la guerra de los Mil Días que se habían arrancado el uniforme para no
delatarse y andaban en los caminos en busca de un mendrugo de pan. Eran
propiamente las gentes empobrecidas de las zonas urbanas, no pocas de las
cuales habían nacido ahí mismo. Los liberales radicales y los socialistas de la
época volvieron sus ojos a ellas, las acompañaron en las "marchas de
hambre" de 1932, y solamente en la penetración de esas filas descompuestas
encontraron de nuevo a los obreros.
Había terminado el proceso de germinación y
desarrollo de las organizaciones sindicales, y de sus mismos protagonistas. El
rápido ascenso de las fuerzas productivas nacionales era un hecho desde la
década anterior, y las administraciones liberales se sintieron obligadas a
identificarse con los nuevos vientos de la historia. En 1931 se expide la
primera ley protectora de los sindicatos y, desde entonces y hasta 1948, cuando
comienza en firme la Violencia, el crecimiento orgánico del mundo laboral y la
institucionalización de sus luchas son fenómenos incontrovertibles. En
1936 se crea la primera confederación sindical estable, la CTC, que rápidamente
gana influencia e impulsa todo un proyecto político amarrado al Estado y sobre
todo al gobierno de Alfonso López Pumarejo. Liberales, socialistas y comunistas
se suben a ese tren de la democracia, solitario en nuestra historia contemporánea,
y pese a sus discrepancias obligan al empresariado, siempre de la mano de las
leyes, a reconocer la existencia de los sindicatos. En 1944-1948, en medio de
gran auge económico, se creó más de la mitad de los sindicatos que aparecieron
desde principios de siglo, y en julio de 1947 se conocieron los resultados del
primer censo sindical del país, promovido por mentalidades progresistas. Los
asalariados ganaban un lugar en el pensamiento colombiano.
A mediados de los años cuarenta,
al estímulo de la lucha contra el fascismo y la victoria final de los aliados
en la Guerra Mundial el avance de las fuerzas del trabajo fue general en el
mundo. Esto pudo alarmar a los sectores moderados del liberalismo y al mismo
López, y una nueva coyuntura de fuerza apareció en el horizonte. La huelga
general que los estibadores pretendieron sostener a fines de 1945 a lo largo
del tramo navegable del río Magdalena fue ilegalizada y desbaratada para sentar
un precedente: el de que la autoridad no proviene de las fuerzas sociales, por
altivas que ellas aparezcan, sino de los aparatos que manejan el Estado. En
realidad, el conflicto en el río estaba tan aislado socialmente como el de la
Zona Bananera diecisiete años atrás. La mejor prueba de ello fue que su
desbandada coincidió con la pérdida del poder por el partido liberal. En 1945
culminó el matrimonio de ese partido y el movimiento obrero y acabó la era del
sindicalismo heroico.
Los doce años transcurridos entre
la derrota de los navieros y la caída del gobierno de Rojas Pinilla son los
peores que ha soportado el sindicalismo colombiano. En 1946 se quebrantó
definitivamente el esfuerzo unitario que se había mantenido desde 1919, y nació
la organización sindical más caracterizada y coherente que ha tenido el país:
la UTC. Afincada en un tipo de sindicalismo que es tolerado por el capital, el
de base o empresa, en su haber pudo mostrar realizaciones del régimen tales
como el ISS, el Sena, Paz del Río, las cajas de compensación familiar y el
ICBF. Sin embargo, el reino de la Violencia, más que sofocar a una CTC corroída
por la manipulación partidista y proteger a una UTC levantada frente al nuevo
proceso de industrialización, enseñó a los trabajadores su intolerancia y el
recurso de la fuerza. Pese a todo, el grueso del sindicalismo escapó de la
tutela de los partidos. Rojas fracasó en el empeño de crear una organización
obrera obediente a su fórmula corporativista; la Iglesia --que sólo trabaja
para su proyecto universal-— le sacó el cuerpo a la retorcida Confederación
Nacional de Trabajadores y avanzó al lado de la UTC, y los mismos dirigentes
sindicales rojistas terminaron por volver la espalda al dictador. En los años
finales de la dictadura militar, organizaciones enteras de la CTC renacieron
con la ayuda solidaria de líderes que momentáneamente habían sido ganados por
la prédica de sabor peronista. Finalmente, a partir del ingreso de Tulio Cuevas
a la presidencia de la UTC en 1963, se opera la transformación más
significativa: los sindicatos proclaman su derecho a desarrollar una política
autónoma, independiente de los partidos políticos. Por eso durante el Frente
Nacional el sindicalismo se convirtió en un fenómeno incómodo al cual, sin
embargo, era conveniente asignarle un lugar en la vida social.
La
huelga que alrededor de quince mil azucareros del Valle del Cauca adelantaron
en julio de 1959 marca el inicio de un nuevo ciclo de luchas obreras. Como en
1928 y en 1945, la huelga fue derrotada y su incidencia marcó el descenso de
los conflictos laborales en ese departamento, hasta entonces a la cabeza de la
resistencia popular al avance de las ideas antidemocráticas. Pero, a diferencia
del pasado, el movimiento sindical no se detuvo. Simplemente se trasladó a
otros escenarios. Se concentró en Antioquia, Cundinamarca y Santander, y penetró
en las comarcas de la periferia donde el desarrollo económico y político tomaba
renovado impulso: Guajira, Arauca, Meta, Casanare, Cauca, Nariño... Hacia 1974,
cuando se inicia el desmonte del Frente Nacional, el sindicalismo parecía haber
alcanzado su máximo desarrollo como mecanismo de lucha social. El viraje de
1974 es muy sugerente. Sumergido en la crisis mundial del petróleo, el país
inicia la declinación persistente de su planta industrial en favor de las
inversiones en el sector terciario de la economía. Es el único momento de
cambio en que no aparece patente algún factor de fuerza externo, y sólo es
dable observar el fortalecimiento impresionante del sindicalismo contestatario,
ajeno a cualquier rasgo tradicional, y el ascenso sostenido del suceso
huelguístico, que alcanzaría su máxima expresión en los años ochenta. Entre los
años 60 y 70 el número de huelguistas aumenta apenas en 87%, pero en la década
siguiente el volumen de los 60 se multiplica por ocho.
La
década de los años ochenta conoció el cambio definitivo. La notoria
desaparición de líderes de la manufactura, la construcción, la agricultura y la
minería en los altos cargos confederales, con el consiguiente mayor peso
comparativo de los empleados y los intelectuales de clase media, evidenció el
distanciamiento del viejo sindicalismo gremialista. La concentración del poder
en los sindicatos grandes y en las empresas y dependencias burocráticas del
Estado distendió los amarres solidarios del movimiento entero. Jornadas de
lucha como las de los azucareros, petroleros y cementeros de los años sesenta
se volvieron impensables. En medio del fracaso de los intentos de crear
sindicatos por rama económica, los asalariados de las empresas pequeñas y
medianas no tuvieron ya quién defendiera sus intereses en el nivel nacional. La
poderosa UTC, afectada por el fracaso de su proyecto de partido laborista y
entregada a directores mediocres, acabó por enredarse en turbios negociados y
se precipitó en una descomposición que a mediados de los ochenta la condujo a
la muerte. Los sectores más lúcidos lograron sin embargo salvar del naufragio a
la mayor parte del movimiento, y en un golpe de audacia erigieron en noviembre
de 1986 la actual Central Unitaria de Trabajadores, la más representativa
confederación laboral que ha tenido el país. La historia de la conquista de la
organización nacional había recorrido una órbita completa desde sus pasos
iniciales de 1919, pero el desastre final del mundo socialista y la irrupción
rampante de la economía de mercado desarticularon las filas sindicales y
colocaron una vez más al movimiento en situación de reflujo. En eso está hoy,
buscando quizás una próxima coyuntura que no vaya acompañada de la fuerza y que
permita la maduración de las nuevas tendencias que vienen abriéndose paso en la
estrategia de los trabajadores, caracterizadas por el abandono de prácticas
exclusivamente reivindicatorias y por el esfuerzo de fundir su lucha con la de
las vastas capas de la población desposeída y los movimientos sociales
contemporáneos: ecológicos, étnicos, culturales, de promoción de la vida y los
derechos humanos.
EL
PARTIDO COMUNISTA EN COLOMBIA
El Partido Comunista Colombiano es un partido político marxista leninista de Colombia,
fundado el 17 de julio de 1930 como sección de la Internacional. Su
inicial denominación fue Partido Comunista de Colombia, que cambió en 1979. El PCC es heredero
de las luchas sociales que obreros y campesinos habían iniciado desde 1919 con
la fundación del otrora Partido Socialista, y el posterior e inexistente en la
actualidad Partido Socialista Revolucionario de María Cano, Tomás Uribe Márquez e Ignacio Torres Giraldo. El PCC se define como un partido
obrero y campesino y de todo el pueblo colombiano, y se guía por el
marxismo-leninismo y el pensamiento bolivariano y latinoamericanista. Durante
su existencia ha sido uno de los más importantes actores de la izquierda
colombiana, y actualmente hace parte de la Marcha Patriótica (movimiento
político). El Partido Comunista de Colombia se fundó a partir de la
convergencia de grupos intelectuales cercanos a la Revolución de Octubre y de la mayor parte de los militantes
obreros del antiguo Partido Socialista Revolucionario de la década del 20. La
falta de una línea unificada en el PSR (había un sector putchista y otro
abiertamente liberal) llevó a que el ala más radical (donde figuraban los
gremios de artesanos, las federaciones de obreros portuarios y del transporte,
y las nacientes ligas agrarias e indígenas) aceptara las 21 condiciones de ingreso a la Internacional Comunista. El proceso de construcción del PCC se
vio marcado por el paso de destacados obreros comunistas al Partido Liberal Colombiano, (incluyendo su
primer secretario general, Guillermo Hernández Rodríguez). Para 1934 el PCC se
presenta a elecciones presidenciales con Eutiquio Timoté como candidato. El triunfo del liberal
progresista Alfonso López Pumarejo y de su programa de “Revolución en
marcha” se ve acompañado del crecimiento de los ataques de sectores radicales
del conservatismo a las reformas. El PCC orienta entonces la conformación de un
"Frente Popular Antifascista" junto con los obreros liberales,
agremiados todos en la joven Central de Trabajadores de Colombia, CTC.
EL
PARTIDO SOCIALISTA EN COLOMBIA
El Partido Socialista Revolucionario (PSR) fue el primer partido político marxista estable de la historia de Colombia.
Fue fundado en 1926 durante la realización del III Congreso Obrero, con amplia
ascendencia en los obreros de la Confederación Obrera
Nacional, así como en ligas campesinas, de inquilinos e indígenas. En
1927 se realizó su I Convención Nacional en La Dorada, siendo apresado por la policía toda
su dirección nacional, que terminó sesionando en la cárcel de dicho municipio. Entre
sus militantes ilustres estuvieron María Cano, Tomás Uribe Márquez, Ignacio Torres Giraldo, Gilberto Vieira White, y José Gonzalo Sánchez. El
fracaso de la Huelga de las Bananeras en el Magdalena,
en 1928, sumió al PSR en una honda crisis que conllevó a su división práctica. El 17 de julio de 1930, el pleno
ampliado de su Comité Central lo renombra como Partido Comunista de Colombia,
sección de la Internacional Comunista, iniciando una campaña
de "bolchevización", de la que saldrán marginados de las filas
partidarias María Cano y Tomás Uribe Márquez.
SINDICALISMO
EN COLOMBIA
Artículo 39. Los trabajadores y empleadores
tienen derecho a constituir sindicatos o asociaciones, sin intervención del
Estado. Su reconocimiento jurídico se producirá con la simple inscripción del
acta de constitución. La
estructura interna y el funcionamiento de los sindicatos y organizaciones
sociales y gremiales se sujetarán al orden legal y a los principios
democráticos. La
cancelación o la suspensión de la personería jurídica sólo procede por vía
judicial. Se
reconoce a los representantes sindicales el fuero y las demás garantías
necesarias para el cumplimiento de su gestión. No
gozan del derecho de asociación sindical los miembros de la Fuerza Pública.
Constitución
Política de Colombia
Es una
política del Gobierno de Colombia promover y proteger los derechos laborales
y la libertad de asociación. Los avances en Colombia en protección se pueden
apreciar, en particular, en torno a cuatro grandes áreas: protección del
derecho a la vida de sindicalistas, lucha contra la impunidad y garantías
laborales. En este espacio podrá encontrar información sobre estos avances. El Director de la Unidad Nacional de
Protección-UNP-, Andrés Villamizar, se reunió con el Director general de la
Organización Internacional del Trabajo-OIT-, Guy Ryder, para presentar los
avances del gobierno colombiano en materia de protección a sindicalistas. En el encuentro, Villamizar informó que a 31 de
octubre de 2013, la Unidad Nacional de Protección cuenta con 639 sindicalistas
protegidos, al tiempo que realizó 565 estudios de nivel de riesgo a Líderes y
Activistas Sindicales (1 Extremo 202 extraordinarios, 296 ordinarios, 66
devoluciones).
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"Desde la creación de la UNP a la fecha se han
implementado 61 esquemas duros de protección a la población sindical. (Vehículo
corriente o blindado y escoltas). Además contamos con un programa de protección
colectiva a grupos sindicales, para garantizar el derecho a la vida de la
población en riesgo", afirmó el funcionario colombiano. En materia presupuestal, indicó que para el
fortalecimiento de este programa, se destinaron aproximadamente 47 millones de
dólares, de los cuales se han ejecutado a 31 de octubre 29 millones de dólares. Durante la reunión con la OIT, Villamizar destacó
el compromiso del Ministerio del Interior y de la Unidad Nacional de Protección
con la seguridad de los líderes sindicales. "Es prioridad para la UNP garantizar la
protección de todos los líderes y lideresas sindicales, ya que su labor
contribuye a la lucha por los Derechos Humanos", señaló el funcionario. Así mismo destacó los buenos resultados obtenidos
mediante el trabajo desarrollado con las Centrales Sindicales (CUT CGT y CTC) y
la Oficina de la OIT para los países andinos (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú
y Venezuela) a través de la Coordinación Nacional de Fortalecimiento
Interinstitucional. Proyecto Derechos Humanos - Protección contra la violencia
sindical.
"Esto nos ha permitido realizar cuatro eventos
piloto en las ciudades de Medellín, (10 septiembre) Cali (4 octubre),
Barranquilla (1 Noviembre) y Riohacha (pendiente), donde se han realizado
talleres dirigidos a Sindicalistas, explicando los pasos a seguir en la ruta de
protección, las diferentes instancias responsables en el proceso. Además de la
elaboración de una cartilla donde se explica la ruta de protección
especialmente dirigida a los sindicalistas", explicó Villamizar. El director de la UNP señaló que también se creó la
estrategia de Gestión del Servicio, que cuenta con un grupo de asesores para
cada una de las poblaciones objeto del programa de protección entre ellas, la
población sindical que se encarga de atender y hacer seguimiento a los casos.
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